Un Balcón del Cerro colmado homenajeó esta semana al reconocido dramaturgo, un hijo de este emblemático barrio montevideano, por su extensa trayectoria y su aporte a la cultura montevideana.

Dino Armas vivió un momento de mucha emoción en el Balcón del Cerro, rodeado por la comunidad del barrio que le vio nacer y al que siempre vuelve. Al hacer uso de la palabra, recordó las matiné que pasaba, gracias a las monedas que le daba su abuela, en los cines El Apolo, El Edén, El Cosmópolis, El Cerrense y El Selecto.
También evocó sus inolvidables experiencias de vida en el Cerro, las que sumadas al cine, la lectura y sus primeras experiencias teatrales le dieron “las herramientas para escribir».
“El Cerro fue el barrio que me formó afectiva, intelectual y políticamente, al igual que el vínculo con mis tres familias: la de sangre, la del teatro y la de los afectos», entre quienes destacó a Hugo Ponce, su compañero de vida desde hace más de 40 años.

Su vida
Matías Armas Lago, alias Dino, nació en el Cerro, y desde niño se interesó por el cine, la pintura y la lectura. Es uno de los más prolíficos dramaturgos uruguayos y sus obras han sido puestas en escena en América Latina, Estados Unidos y Europa y también adaptadas al cine. La película El novio de la muerta, filmada en 2009, está basada en dos de sus obras: Sus ojos se cerraron (1992) y Mujeres solas.
Nació en el Cerro, que fue su barrio de residencia hasta los 20 años. Su padre, Matías Armas, fue obrero portuario de la estiva, y su madre, Nicanda Lago Méndez, lectora compulsiva que se desempeñaba como ama de casa al cuidado de toda la familia. El seudónimo «Dino» se lo puso a su padre por el nombre de pila de un futbolista italiano, más allá de que el propio Armas confesó que era un muy mal jugador de fútbol.
En su adolescencia se acercó primero a la biblioteca del sindicato de la Federación Autónoma de la Carne, donde pudo acceder a las obras de grandes autores literarios y del teatro nacional e internacional. Luego, se vinculó a un grupo de teatro que funcionaba en el Club Rampla Juniors donde fue boletero, portero, acomodador, limpiador, apuntador, tramoyista, escenógrafo y director, incluso actuando en pequeños papeles. Luego tuvo su propio grupo del que fue productor, director y primer actor.
Posteriormente estudió la carrera de Magisterio y trabajó durante 30 años como maestro de enseñanza primaria, hasta que se jubiló con el cargo de director en una escuela de su querido barrio.
En 1965 su primera obra, En otro y último ardiente verano, obtuvo uno de los tres primeros premios en un concurso de obras de teatro organizado por el Teatro El Tinglado.
Ha realizado y dirigido adaptaciones de textos de autores como Merimée, Saint-Exupéry, o Henry Miller. Autor de más sesenta obras, además de dirigirlas en persona también han sido dirigidas por destacados directores como Elena Zuasti, Jaime Yavitz, Omar Varela y Carlos Aguilera, Gloria Levy, Lucila Irazábal, Lucía Sommer, Antoine Baldomir y Marcelino Duffau, entre otros.
Ha obtenido numerosos premios como el Florencio al mejor texto de autor nacional en 1993 por Se ruega no enviar coronas, el Morosoli de Plata a la trayectoria (2006), el primer premio en la categoría teatro-drama, en el rubro Inéditos de los Premios Anuales de Literatura 2011 del Ministerio de Educación y Cultura, por Ave Mater, el Florencio 2015 a los cincuenta años de trayectoria y en la categoría de comedia por Sus ojos se cerraron, entre muchos otros. También ha obtenido reconocimientos por obras de teatro para público infantil.
De la ceremonia participaron, la directora del Departamento de Cultura, Débora Quiring; la directora de la Secretaría de Descentralización Cultural, Agustina Albez y el alcalde interino del Municipio A, Néstor Piñeyro, junto al artista homenajeado y el público presente.
Para finalizar, el evento incluyó la lectura de uno de sus cuentos, la representación teatral de fragmentos de su obra «Presente, Señorita» y la actuación artística del cantante de tango Nelson Pino.